En la sombra de su celda, zigzagueaba feroz,
Atrapada en los barrotes de la razón, sin voz,
En su jaula solitaria, sin espacio, sin calor,
Rodeada de temor, su pasión se apagó.
Su energía, como fuego, en silencio se quedó,
Su vientre ardiendo en llamas, que el tiempo no calmó,
Pero un día, de su jaula, con fuerza se escapó,
Devorando sus refugios, su dolor confrontó.
Su mente le exigía un espacio sin rigor,
Pero sus cadenas al amor la llenaron de temor,
Con su mirada ardiente, como fuego que devora,
Sus caderas saltaron en un vaivén que enamora.
Seduciendo sin reproches, su vergüenza terminó,
Y su alma, desnuda, al fin se liberó,
De los barrotes que su sexualidad frustraron,
Ese día su ser entero, en libertad hallaron.
En besos se envolvió, cada sombra recorrió,
Con su lengua dibujó deseos que escondió,
Cada tacto, cada espacio, su piel reveló,
Embriagada de deseo, su pasión se desbordó.
Sus orgasmos se dibujaron en los labios de su amor,
Y su jaula, por siempre, ese día abandonó.
Liberada, en sus brazos, su esencia se entregó,
Y en la pasión compartida, su alma resplandeció.
Por: Juan Camilo Rodriguez .·.
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