martes, 8 de octubre de 2024

Brillar desde las Grietas: La Belleza de lo Irreparable


 A veces me siento como esos viejos edificios que, a simple vista, parecen imponentes pero, si te acercas, ves las grietas corriendo por las paredes, como cicatrices que se niegan a desaparecer. No me avergüenza admitirlo, no soy de los que se cubren de yeso para fingir que todo está bien. Al contrario, me jacto de esas grietas, de esos bordes afilados que me hacen real, humano. ¿Sabes? Prefiero los que están rotos. Los que, como yo, llevan marcas en la piel y en el alma—y no tienen miedo de mostrarlas.


Vivimos en un mundo lleno de fachadas. Gente que camina con sonrisas pulidas, con esa transparencia que solo esconde lo que realmente importa. Es fácil pasar por la vida inquebrantable cuando te niegas a tocar la profundidad de tus propios dolores. Pero yo prefiero la gente que, aun rota, se atreve a seguir. Los que han visto sus propios abismos y no han retrocedido. Porque en ese resquebrajamiento, en esa fragilidad, hay algo más real, más vivo que en todas las armaduras brillantes que veo a diario.


Hay un crujido en las almas rotas que resuena como un eco, como un lamento profundo que se convierte en arte. No busco perfección, busco esos fragmentos que aún reflejan luz, esa luz extraña que atraviesa las grietas y brilla de una manera que los cuerpos intactos no logran entender. El dolor es inevitable, pero aquellos que lo abrazan, que lo viven, que lo respiran—son los que tienen una energía diferente, magnética. Hay algo en ellos que me atrae, que me envuelve. Son refugios de materia imperfecta, pero de una verdad implacable.


Nos volvemos más vivos cuando nos rompemos. Porque, al final, la verdadera fortaleza no está en no quebrarse—está en seguir brillando, aun después de haberlo hecho. Así que sí, prefiero los rotos. Los que han vivido, amado, perdido, y aun así, caminan sin esconder sus cicatrices. Porque esas marcas son la prueba de que no solo han sobrevivido, sino que han aprendido a vivir en medio de su caos. Y a veces, en medio de tanto dolor… brillamos más.

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