martes, 17 de diciembre de 2024

La Danza de Dos Almas Entre el Tiempo y el Fuego


La noche se despliega como un manto de terciopelo, oscuro y profundo, apenas iluminado por un millar de estrellas que parecen guiñarnos desde el infinito. Estamos tú y yo, solos en esta terraza donde el tiempo se ha detenido. Alrededor, las velas titilan como si compartieran nuestro secreto, proyectando sombras doradas que juegan en tu piel. El aroma a cera derretida se mezcla con tu perfume, dulce y envolvente, un hechizo que me arrastra sin remedio.


La música, suave y cadenciosa, se desliza entre nosotros como una caricia. Nuestras miradas se encuentran, y en ese instante todo queda dicho. “Tes yeux brillent comme les étoiles, mon amour”, te susurro, acercando mis labios a tu oído, dejando apenas un roce de mi aliento sobre tu cuello. Tu piel responde, se eriza, como si cada palabra despertara en ti un deseo dormido. Es la promesa de un baile que apenas comienza, una coreografía de cuerpos y almas en perfecta sintonía.


Te ofrezco una copa de vino tinto, profundo y vibrante, como la pasión que arde entre nosotros. “Santé, ma belle”, brindo por ti, por la mujer que eres, la que domina con su fuerza y deslumbra con su delicadeza. La copa tiembla ligeramente entre mis dedos, porque el deseo no espera –crece y se desborda–, y mis manos buscan las tuyas, se deslizan con la precisión de un amante que conoce cada rincón de tu ser.


Mis dedos rozan tu rostro, tu cuello, y finalmente se pierden en tu cabello. Eres suave, eres cálida. “Sei bellissima”, murmuro con voz ronca, cada palabra un eco de mi admiración por ti. Porque sí, eres arte; cada curva, cada línea, un poema silencioso que mi mirada se empeña en leer. Mis manos no apresuran, pero tampoco titubean: construyen en ti un puente invisible, una invitación a fundirnos en un abrazo donde el mundo ya no existe.


Te atraigo hacia mí, y entonces todo se detiene. Nuestros cuerpos se encuentran, encendiendo una llama que arde con furia, sin pedir permiso. Siento tu respiración mezclarse con la mía, cada inhalación como un suspiro compartido que nos arrastra más profundo. “Você é meu destino”, te digo, porque eso eres –un destino inevitable, un punto de encuentro donde el deseo y la ternura se funden en una sola verdad.


Mis labios trazan un mapa de fuego en tu piel, dejando a su paso promesas que solo nuestras almas conocen. Porque no se trata solo de tocarte, sino de conquistarte en cada centímetro, de despertarte en lugares donde ni tú sabías que podías sentir. Eres mi refugio y mi tormenta, y yo soy el hombre que te llevará con firmeza por este camino –protegiéndote, elevándote, adorándote con una entrega que nace de lo más profundo de mí.


Esa es la esencia de lo que somos: dos cuerpos, dos energías que se buscan y se encuentran, creando una sinfonía de placer que nos eleva más allá del tiempo. Porque en este instante, no existen dudas, ni miedos, ni distancias. Solo tú y yo, entrelazados en un abrazo eterno, en una danza que organiza el caos de nuestras almas y nos convierte en uno.


La noche nos pertenece. Tus ojos reflejan la pasión que nos consume, la locura que nos envuelve, la calma que nos libera. “Mon amour… tu sei tutto”, susurro finalmente, mientras el universo entero parece aplaudir este encuentro: un instante suspendido en la eternidad, donde nos volvemos el uno para el otro, un poema sin final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario