viernes, 31 de enero de 2025

Las Expectativas No Son el Problema

Las expectativas no son el problema. Son parte de nuestra naturaleza, el eco de nuestros deseos proyectado en el horizonte de lo posible. El problema surge cuando las depositamos más allá de nuestras fronteras, cuando las anclamos en otros y esperamos que sean ellos quienes nos completen, nos definan, nos salven.


Esperamos de la pareja que nos haga felices, como si la felicidad fuera un regalo y no una construcción interna. De nuestros hijos, que sigan el guion que imaginamos para ellos, ignorando que sus almas vinieron a escribir su propia historia. De Dios, que nos entregue un propósito, como si el sentido de nuestra existencia fuera una dádiva y no una búsqueda personal. De la familia, que siempre esté ahí, olvidando que el amor no se mide en sacrificios, sino en libertad. De los amigos, que guarden fidelidad inquebrantable, sin aceptar que cada quien tiene su propia travesía. Del sugar, que nos llene de riqueza, como si el vacío pudiera cubrirse con oro.


Mientras sigamos esperando hacia afuera, lograremos poco hacia adentro. Esta vida, este plano, no es un contrato de garantías externas, sino un viaje de construcción interior. Y en ese camino, cuando nos hacemos responsables de nuestro propio destino, aparecen seres especiales, compañeros de ruta que no están para cumplir nuestras expectativas, sino para compartir el milagro de existir. Ese es el verdadero camino de vivir.


sábado, 18 de enero de 2025

Soltar para Vivir: La Libertad de Existir Sin Expectativas

 


Soltar la expectativa es abrir las manos al viento, dejar que lo que deba llegar lo haga sin moldearlo, sin forzarlo. Es en ese instante de entrega donde la verdadera compañía se revela, no como alguien que dirige nuestros pasos, sino como quien camina a nuestro lado, compartiendo silencios, miradas, y el ritmo pausado del andar. Nadie más puede recorrer este sendero por nosotros; solo nuestros pies conocen el peso exacto del camino. Pero qué maravilla es encontrar a alguien que decide acompañarnos, no para sostenernos, sino para simplemente estar.


No se trata de buscar a quien nos haga felices, como si la felicidad fuera algo que se pudiera entregar envuelto en promesas. La felicidad no se busca afuera, se comparte. Es la risa que estalla sin aviso, el roce leve de manos que incendia la piel, el silencio cómodo que no exige explicaciones. Y, sin embargo, vivimos esperando que algo o alguien nos complete, como si el vacío que sentimos pudiera llenarse con presencias ajenas.


Buscamos la vida en momentos aislados: en las vacaciones una vez al año, en un orgasmo de vez en vez, en celebraciones que parecen permiso para respirar. El resto del tiempo lo vivimos en pausa, atrapados en la rutina del piloto automático, ahogados en el “después” que nunca llega. Pero la vida no es un evento programado. La vida es ahora, en este instante que se escurre entre los dedos.


Vivir sin expectativas no es renunciar al deseo, dejar orgasmos en el de vez en vez, es soltar la carga de lo que debería ser. Es dejar que cada momento nos sorprenda, que cada encuentro nos atraviese sin resistencia. Es entender que la verdadera compañía no sostiene ni empuja, simplemente camina a nuestro lado. Que la felicidad no se exige, ni se promete, se construye en lo cotidiano y se comparte sin medida.


Entonces respiramos. Y al hacerlo, comprendemos que la vida también es eso: un orgasmo de vez en vez, un estallido breve e intenso que nos recuerda que estamos vivos, pero también es cada respiración lenta, cada paso sin prisa, cada mirada profunda. Porque vivir no es esperar el momento perfecto. Vivir es hoy. Aquí. Ahora.

lunes, 13 de enero de 2025

Renacer entre Sombras y Luz

 


La muerte no es más que un susurro entre planos, un suave desplazamiento de dimensión donde nada muere realmente, solo cambia de forma. Pero el verdadero abismo, el auténtico salto, no ocurre al final, sino en cada instante donde dejamos morir al ayer. Es en la muerte de cada día, en el suspiro que cierra la noche, donde aprendemos a renacer. El amanecer no es solo luz, es un latido nuevo que nos invita a reconstruirnos, a dejar atrás las sombras que ya no nos pertenecen.


Y así como morimos y nacemos a diario, también nos desbordamos en los placeres que nos desarman. Los verdaderos orgasmos no son solo cuerpos fundiéndose, son explosiones de vida que nos arrebatan el aliento, nos suspenden en el vacío donde el yo se disuelve y solo queda el pulso ardiente de la existencia. Las pasiones más hondas no necesitan de miradas; nos hacen cerrar los ojos porque la intensidad ya no cabe en la piel. Se sienten en lo profundo, como fuego líquido que desborda las venas y quema sin consumir, transformando la materia misma del alma.


Es ese fuego el que más quema, el que no destruye sino transmuta. Nos rompe y nos rehace, nos moldea con sus lenguas incandescentes. Porque solo ardiendo en lo más hondo, solo dejándonos consumir por lo que somos y lo que negamos ser, podemos emerger distintos. No hay destrucción, solo cambio.


Morimos, amamos, ardemos y renacemos.

Y en ese ciclo infinito, nos descubrimos eternos.

jueves, 9 de enero de 2025

El Amante de Fuego: Oda al Sol en el Atardecer

 

Oh, sol de fuego,

naranja carmesí que desciendes en danza lenta,

desnudo sobre el horizonte,

como un amante que se entrega sin prisa.


Tu luz acaricia la piel,

un roce de seda tibia,

y en cada rayo encuentro

el susurro de un beso eterno,

la llama sagrada que despierta

el alma dormida en su caverna de sombras.


Eres redondo, perfecto,

un círculo ardiente que abraza el océano,

dibujando caminos líquidos

donde se reflejan mis sueños.

Tu fuego penetra mi cuerpo,

atraviesa la carne y alcanza mi esencia,

como si me amaras desde dentro,

como si supieras el lenguaje

de mi vulnerabilidad desnuda.


En la playa, el agua te contiene,

te multiplica, te convierte en mil soles.

Y yo, testigo mudo,

soy espejo de tu entrega,

reflejo de tu fuego.


Cada ola trae un eco de tu abrazo,

y el alma, confundida entre agua y luz,

se ve a sí misma en el vaivén,

en ese ritual de reflejos

donde tú, amante celestial,

eres la danza, el aliento y la poesía.


Déjame ser tu playa,

déjame ser la arena

que sostenga tu peso mientras mueres

en el regazo del mundo.

Y cuando caigas al fin,

rojo y cansado,

quedará tu calor en mi piel,

una huella indeleble,

una memoria de luz

que habitará para siempre en mi sangre.

martes, 7 de enero de 2025

Constelaciones de fuego


Tus senos, dos mundos suspendidos,

orbes de luna que desafían la razón,

templos sagrados donde comienza

el arte del deseo y su devoción.


En sus cimas, los pezones despiertan,

puntos cardinales de un mapa secreto,

vigilantes sensibles que aguardan

el roce audaz de mi beso inquieto.


Un beso apenas rozado,

como un cometa cruzando su órbita,

enciende un incendio silencioso

que viaja del cuerpo al alma.


Mi lengua, viajera incansable,

explora esos vértices osados,

y en el roce húmedo y ardiente

despiertan las constelaciones del erotismo.


En espirales lentas,

trazo galaxias en tu piel,

y cada susurro que emerge

es un eco del universo más cruel y dulce.


Tus senos, altivos y entregados,

se convierten en estrellas palpitantes,

y en su danza, cada roce

es un rayo que ilumina la noche amante.


Allí, en ese instante inmortal,

el mundo entero se contiene,

y tus gemidos dibujan en el aire

las constelaciones eternas del placer.


domingo, 5 de enero de 2025

En la sombra del amor….


Huimos. Siempre huimos, como si el amor fuera una sombra que nos persigue en callejones oscuros donde la piel arde con el roce del miedo y la nostalgia. Nos deslizamos entre las grietas de nuestra propia vulnerabilidad, rechazando el abrazo de lo eterno, creyendo que el compromiso es una jaula y no la llave que abre la puerta a lo profundo.


Nos escondemos detrás de banderas ondeantes, proclamando una libertad que no es más que un espejismo. Caminamos por la cuerda floja de las expectativas, esas que pintan la felicidad con colores prestados y terminan dejando el lienzo vacío. Porque al final, nos convencemos de que arriesgar el corazón es una deuda que no podemos pagar, y optamos por la calma aséptica de lo seguro.


Pero, ¿qué tan libres somos realmente cuando huimos de aquello que nos hace humanos? El amor, con su dolor, su caos y su belleza, nos reclama. Lo sentimos en el aire —ese aroma que mezcla el perfume del deseo con el vértigo del abismo—. Lo escuchamos en susurros que llenan los silencios con promesas que nunca llegamos a cumplir.


Vivimos, sí, pero vivimos a medias. Como hojas atrapadas en un viento que nos lleva sin rumbo, negándonos el derecho de caer, de arraigarnos, de ser tierra fértil para algo más grande que nosotros mismos. Nos convertimos en islas, aisladas y orgullosas, cuando podríamos ser ríos que encuentran su cauce en otro cuerpo, en otro latido.


Si tan solo nos atreviéramos. Si tan solo escucháramos ese latido, ese tambor profundo que nos llama a bailar la danza del riesgo, la única que nos despierta de verdad. Porque huir no nos salva. Solo nos distancia de la posibilidad de sentirnos vivos, de entregarnos por completo, de mirar al amor a los ojos y decirle: “Aquí estoy, sin miedo, sin paredes, sin huidas.”


¿Te atreverías?


jueves, 2 de enero de 2025

El Alma Gemela No existe…

 


Nos han contado historias que se graban en lo más profundo, relatos de amores predestinados, de encuentros mágicos entre almas gemelas que, tras siglos de búsqueda, finalmente se encuentran. Nos enseñaron a mirar hacia fuera, como si la plenitud se hallara en la sombra de otro cuerpo, en el eco de una voz que no es la nuestra. Pero, ¿y si todo esto fuera una ilusión cuidadosamente elaborada para que olvidemos la verdadera conexión que debemos buscar?


Dejamos de ser por los demás. Silenciamos nuestras pasiones, ocultamos nuestras heridas y adaptamos nuestros gestos a lo que creemos que el otro espera de nosotros. Permitimos que las expectativas ajenas reescriban el guion de nuestra vida, cediendo nuestra autenticidad por una promesa frágil de felicidad. ¿Qué precio tiene este sacrificio? El precio de vivir una realidad teñida de tristeza, un lienzo donde los colores brillantes de nuestra esencia han sido apagados para complacer a quien, irónicamente, nunca podrá llenar el vacío que dejamos en nosotros mismos.


¿Un artista presta sus pinceles al dibujar su propia obra? Claro que no. Su arte es su verdad, un reflejo íntimo de lo que arde en su interior. Del mismo modo, nuestra vida es nuestra obra maestra, un tapiz tejido con los hilos de nuestras emociones, decisiones y sueños. Regalar el control de nuestra obra a otro es renunciar a lo que nos hace únicos. Es permitir que las manos ajenas dibujen sobre nuestro lienzo con trazos que no nos pertenecen.


Nos vendieron la idea de que el placer debe compartirse, que solo es válido si alguien más lo valida. Pero, ¿es realmente placer si lo regalamos sin preguntarnos primero qué nos enciende? El verdadero deleite, la auténtica dicha, surge cuando nos sumergimos en nuestra profundidad, cuando exploramos sin miedo nuestras sombras y luces, cuando aceptamos que el amor no necesita un espejo para existir.


El alma gemela no existe porque no hay otra alma que sea nuestra réplica perfecta. Somos universos completos, caóticos y únicos, y buscar en otro lo que ya poseemos es ignorar nuestra magnificencia. Más bien, el amor debería ser el encuentro entre dos galaxias que giran libremente, compartiendo su luz sin tratar de atraparse mutuamente.


Entonces, ¿por qué insistimos en buscar fuera lo que habita dentro? La respuesta, quizá, está en el miedo. Miedo a enfrentarnos a nuestra soledad, a reconocernos en el reflejo de nuestra propia mirada. Pero es en esa confrontación donde reside la verdadera conexión, la que no depende de otro, sino de nosotros mismos.


El alma gemela no existe porque nunca la necesitaste. Siempre fuiste tú. El amor que anhelas, la plenitud que buscas, la chispa que enciende tu vida: todo está en ti. Dejemos de esperar al otro y comencemos a reconocernos. Sólo entonces, libres de expectativas y ataduras, podremos compartir nuestro arte con quienes, como nosotros, han elegido ser auténticos.


miércoles, 1 de enero de 2025

Nuevo año de vivir


El tiempo, ese susurro fugaz, se desliza entre los dedos, Años que se consumen como velas en la penumbra. Y en la prisa de la vida, los recuerdos se desvanecen. Un nuevo año no es más que un suspiro, un instante, otra oportunidad que arde y se apaga, pero el verdadero cambio, ese reto sublime, nace en despertar del piloto automático, en tomar las riendas y tallar la vida con manos conscientes, transformando cada suspiro en un latido eterno.

No dejes pasar esa comida que anhelas,

Ese vestido que espera su momento,

Ese abrazo, ese orgasmo,

Esa oportunidad de ser feliz, de amar, de saborear un café o un vino,

De sentir el sol, de ir a la playa,

No dejes pasar esa oportunidad que se llama vivir.


Feliz Nuevo Día, Nuevo año, Nuevo Intento de Vivir…..queda menos vive mas