Soltar la expectativa es abrir las manos al viento, dejar que lo que deba llegar lo haga sin moldearlo, sin forzarlo. Es en ese instante de entrega donde la verdadera compañía se revela, no como alguien que dirige nuestros pasos, sino como quien camina a nuestro lado, compartiendo silencios, miradas, y el ritmo pausado del andar. Nadie más puede recorrer este sendero por nosotros; solo nuestros pies conocen el peso exacto del camino. Pero qué maravilla es encontrar a alguien que decide acompañarnos, no para sostenernos, sino para simplemente estar.
No se trata de buscar a quien nos haga felices, como si la felicidad fuera algo que se pudiera entregar envuelto en promesas. La felicidad no se busca afuera, se comparte. Es la risa que estalla sin aviso, el roce leve de manos que incendia la piel, el silencio cómodo que no exige explicaciones. Y, sin embargo, vivimos esperando que algo o alguien nos complete, como si el vacío que sentimos pudiera llenarse con presencias ajenas.
Buscamos la vida en momentos aislados: en las vacaciones una vez al año, en un orgasmo de vez en vez, en celebraciones que parecen permiso para respirar. El resto del tiempo lo vivimos en pausa, atrapados en la rutina del piloto automático, ahogados en el “después” que nunca llega. Pero la vida no es un evento programado. La vida es ahora, en este instante que se escurre entre los dedos.
Vivir sin expectativas no es renunciar al deseo, dejar orgasmos en el de vez en vez, es soltar la carga de lo que debería ser. Es dejar que cada momento nos sorprenda, que cada encuentro nos atraviese sin resistencia. Es entender que la verdadera compañía no sostiene ni empuja, simplemente camina a nuestro lado. Que la felicidad no se exige, ni se promete, se construye en lo cotidiano y se comparte sin medida.
Entonces respiramos. Y al hacerlo, comprendemos que la vida también es eso: un orgasmo de vez en vez, un estallido breve e intenso que nos recuerda que estamos vivos, pero también es cada respiración lenta, cada paso sin prisa, cada mirada profunda. Porque vivir no es esperar el momento perfecto. Vivir es hoy. Aquí. Ahora.
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