La Danza de los Deseos
Hay una delgada línea, apenas perceptible, entre lo que deseamos y lo que decimos. ¿Alguna vez te has encontrado pensando en alguien, imaginando el calor de su piel contra la tuya, los susurros que podrían surgir en medio de una noche cargada de pasión? Yo sí. Esa fantasía donde cada rincón de su cuerpo se convierte en un mapa que quiero explorar, besar, acariciar. Me encantaría hacer el amor salvajemente, con una intensidad que dejara marcas invisibles en nuestras almas. Pero, ¿cuántas veces esos deseos se quedan atrapados en la cárcel de nuestros pensamientos?
Las Palabras que Decimos
Luego está la realidad cotidiana. "Hola, ¿cómo estás?" Es una pregunta sencilla, inocente, casi mecánica. Nos escondemos detrás de estas palabras, ¿no crees? Usamos frases comunes como escudos, protegiéndonos de la vulnerabilidad. En una conversación casual, es fácil preguntar sobre el clima, el trabajo, la vida en general. Pero esas palabras no tienen el peso de nuestros verdaderos sentimientos. Es como si cada saludo fuera un paso de baile cuidadosamente coreografiado, evitando cualquier movimiento brusco que pudiera revelar demasiado.
El Torrente de Pensamientos
Ahora, déjame llevarte a ese lugar íntimo donde nuestros pensamientos corren libres. "Si tan solo pudiera decirle lo que la quiero..." Este pensamiento puede atormentarnos, jugar con nuestras emociones en un ciclo infinito de dudas y anhelos. Es un sentimiento crudo, honesto, despojado de adornos. ¿Por qué es tan difícil ser valientes en la expresión de lo que realmente sentimos? Tal vez es el miedo al rechazo, a la incomprensión. Nos preocupamos tanto por las consecuencias que olvidamos que, a veces, el simple acto de expresar nuestros sentimientos puede ser liberador.
Una Anécdota Personal
Permíteme contarte una pequeña historia. Había una vez una mujer que conocí en una librería. Tenía esa mirada profunda, como si pudiera ver a través de las palabras impresas y tocar el alma del autor. Nos cruzamos varias veces, intercambiamos miradas y sonrisas tímidas. Un día, finalmente me acerqué. "Hola, ¿cómo estás?" Simple, ¿verdad? Pero dentro de mí, un mar de deseos y pensamientos se agitaba. Quería decirle cuánto me atraía, cómo cada vez que la veía mi corazón latía un poco más rápido. Sin embargo, me limité a las formalidades. No quería asustarla con la intensidad de mis sentimientos. Al final, nos despedimos sin que ella supiera lo que realmente pasaba por mi mente.
La Dualidad del Ser
Vivimos atrapados en esta dualidad constante entre lo que queremos, lo que decimos y lo que pensamos. Somos criaturas complejas, llenas de deseos ocultos y pensamientos no expresados. Pero, ¿no sería más auténtico si pudiéramos ser honestos? Si pudiéramos mirar a alguien a los ojos y decirle exactamente lo que sentimos sin temor a las repercusiones. Tal vez el mundo sería un lugar más genuino, más conectado. Claro, también más caótico, pero esa es la belleza de la humanidad.
Reflexión Final
¿Sabías que el cerebro humano puede procesar hasta 70,000 pensamientos por día? La mayoría de ellos son repeticiones y no todos se convierten en palabras En general, la diferencia entre nuestros deseos, palabras y pensamientos es un juego constante de escondite. Nos protege y, al mismo tiempo, nos limita. La próxima vez que sientas el impulso de esconderte detrás de un "hola, ¿cómo estás?", recuerda que la vida es demasiado corta para no ser honestos con nosotros mismos y con los demás.....
Por Juan Camilo Rodríguez⁂
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