sábado, 20 de julio de 2024

El primer beso...

El primer beso...


El primer beso llegó sin previo aviso. Estábamos caminando por el parque, hablando de cosas triviales, cuando de repente se detuvo y me miró con una intensidad que me dejó sin aliento. Sus ojos, profundos y llenos de una emoción que no podía descifrar, se clavaron en los míos. Sentí que el tiempo se detenía, que el mundo alrededor se desvanecía en un susurro.

Sin decir una palabra, se inclinó y sus labios encontraron los míos. Fue un beso robado, inesperado, pero lleno de una pasión que me quemaba por dentro. En ese instante, solo existíamos nosotros dos, envueltos en la magia de ese momento. Sus labios eran suaves, pero firmes, y su lengua exploraba la mía con una maestría que me hizo estremecer.

El parque, con sus senderos llenos de hojas caídas y el aroma fresco de la naturaleza, se convirtió en un escenario de ensueño. Podía escuchar el murmullo del viento entre los árboles, pero todo lo que realmente importaba era el latido acelerado de mi corazón y la calidez de sus labios sobre los míos. La suavidad de su boca, el sabor ligeramente dulce que dejaba en la mía, todo se mezclaba en un torbellino de sensaciones.

Ese beso lo cambió todo, encendiendo una llama que no se apagaría fácilmente. Sentí cómo mi cuerpo respondía, cada fibra de mi ser despertando a la vida. Sus manos se posaron en mi cintura, atrayéndome más cerca, mientras mi mente se perdía en el placer del momento. No había pasado ni un minuto, pero para mí, ese beso parecía eterno.

El mundo seguía su curso alrededor nuestro, pero nosotros estábamos atrapados en nuestra burbuja de pasión y deseo. Podía sentir el calor de su cuerpo contra el mío, la energía que fluía entre nosotros, creando una conexión que no necesitaba palabras. Cada movimiento, cada caricia, era una declaración de amor y deseo.

Nuestros labios se separaron lentamente, dejándome con la sensación de querer más. Abrí los ojos y lo vi mirándome, con una sonrisa suave en los labios. La intensidad de sus ojos había cambiado, ahora brillaban con una chispa de alegría y satisfacción. Me acarició la mejilla con ternura, y en ese toque sentí una promesa de más momentos como ese, de más besos robados y noches llenas de pasión.

Seguimos caminando, pero algo había cambiado. El aire entre nosotros estaba cargado de electricidad, de una expectativa que nos envolvía. Cada roce, cada mirada, era un recordatorio de lo que acababa de suceder, y de lo que vendría.

Nos sentamos en un banco bajo un árbol, y él me tomó la mano, entrelazando sus dedos con los míos. Me contó historias de su infancia, de sus sueños y miedos, y yo me encontré a mí misma abriéndome a él de la misma manera. Era como si ese beso hubiera roto todas las barreras, permitiéndonos conectarnos a un nivel más profundo.

La tarde pasó en un suspiro, y cuando finalmente llegó el momento de despedirnos, me dio otro beso, esta vez más suave, más dulce. "Nos vemos pronto," dijo, y yo asentí, sabiendo que ese era solo el comienzo.

El camino a casa se sintió diferente, cada paso una danza de anticipación. Mi mente volvía una y otra vez a ese primer beso, a la sensación de sus labios sobre los míos, al calor de su cuerpo junto al mío. No podía dejar de sonreír, de sentirme viva como nunca antes.

Esa noche, al acostarme, cerré los ojos y reviví cada instante de nuestro encuentro. Podía sentir el cosquilleo en mis labios, la emoción en mi pecho, y supe que algo en mí había cambiado para siempre.

El beso robado había abierto una puerta a un mundo de posibilidades, a un futuro lleno de pasión y amor. Y mientras me sumía en el sueño, una sola idea me llenaba de alegría: ese beso, ese simple, perfecto beso, había sido el inicio de algo maravilloso.


Juan Camilo Rodriguez Garcia .·. 

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