miércoles, 21 de diciembre de 2016

Las Nubes…



El cielo, ese lienzo infinito que siempre cambia, se cubre de nubes que nos muestran las mil y una formas que puede tomar nuestra vida. A veces, esas nubes son oscuras, cargadas de lluvia, como si fueran el reflejo de un día gris, de un momento difícil que amenaza con desbordarse. Otras, en cambio, adoptan formas suaves, curvas que nos invitan a soñar, a imaginar lo que podríamos ser, lo que podríamos alcanzar si tan solo nos atreviéramos a seguir el viento que las empuja.

Hay días en los que necesitamos detenernos, sentarnos en ese prado verde de una sabana, y dejar que el mundo gire a nuestro alrededor, sin prisas, sin presiones. Esos son los momentos en los que lo intangible se vuelve tangible, cuando nuestros pensamientos vuelan hacia ese remanso de blanco algodón, y nuestro ser, agobiado por el concreto que nos rodea, encuentra un refugio donde descansar. Es ahí, en ese espacio suspendido entre el cielo y la tierra, donde un susurro suave acaricia nuestro rostro, y comprendemos que los sueños, por más lejanos que parezcan, pueden alcanzarse si dejamos que nuestro espíritu se eleve, si confiamos en las alas de la fe y del amor.

Porque las nubes, esas que vemos desde nuestro lugar en la tierra, solo toman forma cuando llenan nuestro cielo, cuando se convierten en el centro de nuestra atención, de nuestro deseo. Y aunque a veces opacan el sol, alejándonos de la luz que tanto necesitamos, siempre hay un rayo que escapa, que se filtra entre la oscuridad, guiando nuestros pasos, recordándonos que la luz nunca se va por completo.

Hoy, te invito a que te dejes caer en ese verde césped que es la vida misma. Ahí, con el corazón en la mano y los sueños en el alma, podrás mirar al cielo y ver cómo una nube blanca, pura, llamada amor, se dibuja lentamente. Es un recordatorio de que, a pesar de las tormentas, a pesar de las nubes que a veces oscurecen nuestro camino, siempre habrá un rayo de sol, una chispa de esperanza que nos guíe hacia lo que realmente importa.

Permítete soñar, deja que tu ser se eleve y que las alas del amor y la fe te lleven a las alturas donde los sueños se hacen realidad. Porque en ese cielo, en esas nubes que a veces parecen inalcanzables, está la clave para encontrar la paz, la felicidad, y ese amor que todos buscamos, que todos anhelamos.

Por: Juan Camilo Rodriguez .·.



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