miércoles, 21 de diciembre de 2016

Imagenes...



Cada uno de nosotros, en algún momento, se encuentra frente a un espejo, buscando en el reflejo algo más que una simple imagen. Es en esos instantes cuando descubrimos los colores de nuestra vida, cuando construimos un arco iris único, hecho de vivencias, de emociones, de sueños. No todos los reflejos que vemos son profundos; algunos solo capturan el paso del tiempo, recuerdos que se desvanecen como el rocío en la mañana. Otros, sin embargo, nos hieren, nos atraviesan como si fueran punzantes, dejando cicatrices que nos acompañan. Pero hay reflejos, esos que van más allá de lo visible, que nos muestran el corazón mismo—esos son los que realmente nos marcan.

Es la luz que se refleja de nosotros en los demás, esa chispa que compartimos con quienes nos rodean, lo que realmente importa. Esa luz, cuando es verdadera, cuando no está distorsionada por el miedo o las apariencias, es la que nos permite conectar con alguien en un nivel más profundo. Nos permite sentarnos con nuestra alma gemela, esa que no teme ser cegada por el brillo del amor, porque ha encontrado en ti un reflejo de su propio ser, una luz que resuena con la suya.

Cuando encuentras a alguien que ve más allá de las sombras en el espejo, que ve la verdad que se esconde detrás de los reflejos superficiales, es entonces cuando se produce una conexión verdadera. Es en esos momentos que comprendes que la vida no se trata solo de reflejar apariencias, sino de reflejar la mirada del amor—un amor que no solo llena espacios vacíos, sino que llena la esencia misma de lo que somos.

Vive cada reflejo como un profundo sentido de existir. No te conformes con lo que aparece en la superficie; busca esa profundidad que solo se encuentra en la conexión genuina, en el amor que no se apaga ni se desvanece. Porque al final, es esa luz que compartimos, esa que dejamos que brille desde lo más profundo de nuestro ser, la que realmente nos define y la que nos une con quienes están destinados a caminar a nuestro lado.


Por: Juan Camilo Rodriguez .·.

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