lunes, 13 de junio de 2016

La Búsqueda de la Felicidad: Una Reflexión

 La Búsqueda de la Felicidad: Una Reflexión



En muchas filosofías orientales, la felicidad se encuentra en el desapego y la aceptación del presente. El budismo, por ejemplo, enseña que el sufrimiento proviene del deseo y la expectativa, y que al soltar esas ataduras, encontramos la verdadera paz y felicidad.

Quien espera que los otros lo hagan feliz, no lo será jamás. Esa frase, atribuida a Juvenal, resuena en mi mente como un mantra, un recordatorio constante de la trampa en la que solemos caer. Nos enseñan desde pequeños a buscar la felicidad en el exterior: en las personas, en las posesiones, en los logros. Pero esa búsqueda es un callejón sin salida, una carrera eterna en la que nunca alcanzamos la meta. La felicidad, como el agua en las manos, siempre se escapa.

Ahhh, qué liberador es dejar de esperar y ceñirse al libreto del destino, navegar sin rumbo casado solo con la aventura de vivir. Imagina la vida como un vasto océano, donde cada ola es una oportunidad y cada tormenta, una lección. Sin las anclas de la religión, la política, las expectativas o incluso el conocimiento, nos convertimos en errantes, en almas libres que deciden enfrentar la vida con valentía. Vivir sin esperar, sin ese peso constante de lo que "debería ser", es la forma más pura de existencia.

Ser un errante no es fácil. Requiere coraje, la capacidad de enfrentarse al abismo de lo desconocido sin parpadear. Es como caminar por una ciudad oscura, llena de sombras y callejones sin salida, pero también de luces inesperadas y rincones mágicos. El errante no busca la felicidad, la encuentra en los momentos más insospechados, en esos segundos fugaces que desaparecen tan rápido como llegan.

La felicidad son segundos del tiempo que siempre desaparece. Son instantes, destellos en la vasta oscuridad de la existencia. No podemos aferrarnos a ellos, no podemos atraparlos en una botella y guardarlos para siempre. Pero podemos apreciarlos, saborearlos, vivirlos plenamente mientras duran. Y en esos segundos, encontramos la verdadera esencia de la vida.

Recuerda que al final solo podemos esperar por la muerte, no por la felicidad. La muerte es la única certeza, el destino final que todos compartimos. Pero eso no es motivo de tristeza, sino de liberación. Al aceptar la muerte, aceptamos la vida en toda su plenitud. Nos damos cuenta de que cada momento es precioso, cada segundo cuenta. No hay tiempo para esperar la felicidad, hay que vivirla aquí y ahora.

Vivir sin esperar es una filosofía, un modo de vida. Es entender que la felicidad no viene de fuera, sino de dentro. Es liberarse de las cadenas de las expectativas, de las normas impuestas por la sociedad. Es ser auténtico, vivir de acuerdo con nuestros propios deseos y pasiones. Es encontrar la felicidad en los pequeños detalles, en los momentos de quietud, en las risas compartidas, en los logros personales.

La felicidad no es un destino, es un viaje. Un viaje que emprendemos cada día, con cada paso, con cada decisión. No podemos esperar que los otros nos hagan felices, esa es una tarea que solo nosotros podemos cumplir. Al soltar las expectativas, al vivir sin esperar, encontramos la verdadera libertad. Y en esa libertad, encontramos la verdadera felicidad.

La vida es un viaje lleno de sorpresas, de momentos hermosos y difíciles. Aprende a disfrutar cada instante, a vivir sin esperar, y encontrarás la felicidad en los lugares más inesperados. 

Juan Camilo Rodriguez Garcia .·.

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