jueves, 23 de junio de 2016

Rompe las Cadenas…



Romper las cadenas... No hay frase que resuene más fuerte en mi interior. Porque, a lo largo de la vida, acumulamos cadenas que no siempre vemos, pero que sentimos en cada paso que damos. Cadenas que nos atan, que nos limitan, que nos impiden volar tan alto como sabemos que podemos. Y es en ese momento, cuando reconocemos su peso, cuando decidimos que es hora de liberarnos.

Rompe las cadenas del ego, ese ego que nos hace esclavos de nosotros mismos, que nos ciega y nos aleja de lo que realmente importa. Libérate de la necesidad de ser siempre el primero, el mejor. Porque en esa competencia absurda, perdemos de vista lo que nos hace humanos, lo que nos conecta con los demás. Deja de lado las cadenas del pasado, porque aferrarse a lo que ya fue solo envejece el alma. El tiempo que no construye, que no crea, es tiempo perdido. Y yo me niego a perder más tiempo en nostalgias que no me llevan a ningún lugar.

El corazón, ese guía silencioso, también necesita ser liberado. Deja que él marque tu camino, sin las restricciones de la razón que a veces nos limita. Porque la razón, aunque necesaria, no siempre entiende el lenguaje del corazón. Escucha más al silencio que a las voces que ensordecen, porque en el silencio es donde encontramos las respuestas más profundas, esas que nos enaltecen y nos permiten ser verdaderamente libres.

Rompe las cadenas del amor que nos limita, que nos hace pensar que solo podemos amar de una manera. Vive el amor en toda su plenitud, sin miedos, sin reservas. Porque el amor verdadero no tiene límites, no conoce fronteras. Y si hay algo que nos hace realmente vivos, es amar sin restricciones.

El miedo, esa sombra que nos sigue a todas partes, también debe ser dejado atrás. Porque el camino, aunque incierto, está esperando por nuestros pasos. Y esos pasos, a veces lentos, otras veces rápidos, son los que dejan huella en el mundo. No dejes que el afán te haga correr sin sentido. Aprende a disfrutar cada momento, cada paso, cada respiro.

El olvido es otra cadena que debemos romper, porque nuestra vida se construye de recuerdos, de momentos que nos han marcado, que nos han hecho quienes somos. Y el rencor, esa carga pesada, no nos deja avanzar. Rompe con él, porque al final de nuestros días, lo único que queremos es paz.

El fracaso, aunque doloroso, no debe ser una cadena. Porque cada tropiezo es una lección, y cada lección nos acerca más al éxito. La cotidianidad, esa rutina que nos adormece, también debe ser desafiada. Vive cada día como si fuera único, porque en realidad lo es.

El egoísmo, el materialismo, todos esos vicios que nos atan, deben ser dejados atrás. Porque al final, el peso de lo material no nos deja elevarnos. Y en el amor, no te conformes con un solo beso. Aprende a dibujar nuevos lienzos con tus labios, a crear nuevas historias con cada caricia.

La pasión, ese fuego interno, debe ser despertado en cada parte de ti. No la reprimas, no la limites. Deja que arda, que te consuma, que te haga sentir más vivo que nunca. Y cuando ames, no supongas. Dalo por hecho, grítalo, vívelo.

Porque al final, romper las cadenas es lo que nos permite ser verdaderamente libres. Libres para soñar, para amar, para vivir. Y aunque esas cadenas nos hayan atado por tanto tiempo, siempre hay una fuerza en nuestro interior que sueña con liberarse. Y ese sueño, mi amigo, es el que nos mantiene vivos.


Por: Juan Camilo Rodriguez .·.


No hay comentarios:

Publicar un comentario