Las sombras. Esas presencias silenciosas que, aunque inmateriales, cargan el peso de lo que fui, de lo que he vivido. A veces se esconden en los rincones de mi mente, otras veces se despliegan frente a mí, desafiantes, como si quisieran recordarme quién era, qué he dejado atrás. Son sombras que no necesitan forma para existir, que se deslizan en la penumbra de mis pensamientos, llenando de incertidumbre cada paso que doy.
Hay sombras que brillan, que se alimentan de lo que los demás piensan, de las opiniones que, aunque vacías, logran hacer eco en mi ser. Son sombras que me susurran al oído, que me dicen que el silencio no es mi aliado, que dejar de hablar, de enfrentar, solo me hunde más en ese letargo. Son sombras que me muestran el reflejo de la avaricia, de las mentiras que he contado y que se han contado sobre mí. Y aunque huyan al llegar la luz de un nuevo día, sé que nunca se van del todo. Regresan, siempre regresan, cuando menos las espero.
Estas sombras me siguen, me observan, como un espejo distorsionado que muestra una versión de mí que a veces no reconozco. Me indican mis fobias, mis miedos más profundos, aquellos que preferiría ignorar. Son sombras que escriben mis días con tinta oscura, llenando de pesares mis horas, recordándome los tiempos en los que la alegría parecía un sueño lejano.
Pero, ¿qué ocultan realmente estas sombras? ¿Qué verdades distorsionadas reflejan cuando se presentan ante mí? Son como velos que cubren lo que realmente soy, lo que he sido, lo que temo llegar a ser. Y aunque trato de ignorarlas, de seguir adelante como si no existieran, su presencia es inevitable, constante, una parte intrínseca de mi existencia.
Y así, me encuentro viviendo una vida de sombras escondidas, de luces y oscuridades que luchan por prevalecer. Cada día es una batalla entre lo que fui y lo que quiero ser, entre las sombras que me persiguen y la luz que intento alcanzar. Y aunque a veces parece que las sombras ganan, sé que mientras haya un rayo de luz, por tenue que sea, hay esperanza. Porque al final, las sombras solo existen donde hay luz. Y mientras pueda verlas, sé que sigo luchando, que sigo vivo.
Por: Juan Camilo Rodriguez .·.
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