El Camino del Destino...
Seguir nuestro destino se llama vivir. Intentar
cambiarlo, se llama aprendizaje. En el presente encontramos vida; en el pasado,
anhelos; y en el futuro, incertidumbre. Los sentimientos los conocemos como
pasos que dejamos en el camino, mientras que las huellas que marcan esos pasos
se convierten en recuerdos.
Las personas que amamos, esos seres especiales que
tocan nuestras vidas, los llamamos maestros. El rencor, esa carga pesada, se
convierte en freno. La envidia, un distractor que nos aleja de nuestra
verdadera senda. La muerte, aunque temida, es en realidad una renovación. Las
religiones, la política y las creencias, esas estructuras a veces rígidas, las
conocemos como cadenas. Y los fanatismos, esos extremos que nublan el juicio,
los llamamos esclavitud.
El tiempo, ese recurso inestimable, lo entendemos
como finales. Las riquezas, a menudo deseadas, se transforman en anclas que nos
impiden avanzar. Los motivos que nos impulsan los llamamos pasión, mientras que
los olvidos, esas lagunas de nuestra memoria, se entienden como destino. Y
finalmente, al amor, ese sentimiento supremo, lo llamamos eternidad.
No te sorprendas por lo que has vivido o dejado de
vivir. Sorpréndete por el aprendizaje que elegiste al venir a vivir tu destino.
Cada experiencia, cada dolor y cada alegría, son lecciones que moldean nuestra
existencia, que esculpen nuestro ser.
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